2025-03-18 | Escribe
¿Cómo decidiste realizar este proyecto y qué significa para ti el título que se le puso al fotolibro?
Este proyecto nace hace mucho tiempo, yo diría que incluso lo partí sin saber qué estaba haciendo, pero la Génesis del proyecto es porque yo soy de Ovalle (el lugar fotografiado). Cuando estaba estudiando fotografía empecé a ver que había una gran sequía y, de alguna forma, el ejercicio que yo hacía con las imágenes era de cuando yo viajaba a ver a mi familia. Llevaba la cámara y muchas veces hacía fotos porque tenía que hacer algún trabajo, pero con el tiempo me voy dando cuenta de que, entre viaje y viaje, empiezan a aparecer estas imágenes que estaban más o menos funcionando como una pequeña serie.
La primera vez como que realmente miro y me doy cuenta que tengo de esto tiene fue entre el 2011-2012 y ya desde ahí lo empiezo a hacer más conscientemente y viajo con el propósito de fotografiar la escasez hídrica y también a buscar un lenguaje, que creo fue lo que más me costó encontrar.
Sobre el título, como ha sido un trabajo súper largo, lo he presentado varias veces con distintos nombres, me gusta mucho trabajar las mismas imágenes pero también darle otro significado. Me acuerdo que en un principio se llamaba La Búsqueda del agua, después pasó a ser el Templo del río, era el mismo trabajo enfocado a distintas miradas, y ahora bueno, el libro se desprende de la exposición que estoy mostrando que se llama Las costras del paisaje. Como estaba la exposición con ese nombre se decide, de alguna forma, aislar la palabra costra y tiene que ver básicamente con el ejercicio de que las costras son estas capas que las plaquetas arman en el cuerpo para proteger las heridas. Entonces, me parecía súper interesante proponer que esta palabra son las personas que habitan estos lugares casi en modo de resistencia, son unas costras de este paisaje. Personas que, sin importar lo que pase, siguen ahí y cuidan esto y tratan de que el territorio no muera.
¿Cómo ha sido el proceso de crear un libro y cambiar de formato de exposición a publicación?
Este es un cuestionamiento que siempre me hizo ruido, sentía que (lo siento, en verdad) cuando uno aborda los proyectos, hay que hacerlo de la forma más honesta posible y me parecía incluso contradictorio hacer un libro entendiendo que es un trabajo sobre la escasez hídrica y lo que conlleva hacer uno; las materialidades como el papel, el agua que se gasta, y en un principio estaba súper en contra de la idea de hacer un libro, pero una amiga una vez me dijo que, si fuera por eso, mejor me fuera a vivir al cerro y tratara de vivir de respirar aire. Desde ahí me hizo un poco de sentido y encontré que también hacer un fotolibro era, ya dejando esta idea de no querer hacer nada porque todo contamina, una oportunidad súper linda congregar estas imágenes en este dispositivo narrativo, que al final es un libro, es como meter todo en una cajita que es más fácil de transportar, las lecturas también son mucho más íntimas. Es genial tener este dispositivo que te cuenta la historia de una forma más íntima en la que las personas van a poder ir y volver cuando quieran. El objeto fotolibro es súper amigable nunca fue la idea hacer un libro muy pretencioso, consideraba que hacer un libro con el mejor mejor papel o la mejor encuadernación o un porte muy grande, no tenía mucho que ver con mi trabajo. Lo que se hizo ahora es un libro más chiquitito, más portátil, da una impresión de que lo puedes tocar y no se va a romper, porque tampoco la idea era que la gente tuviera miedo de mirar un libro.
Existe un punto interesante que nombras en las respuestas y es que existe esta mirada más íntima de lo que significa retratar la sequía, te alejaste un poco del documentalismo puro.
¿Qué te llevó a tomar esta decisión narrativa?
Siento que son imágenes que aparecieron de forma muy intuitiva, porque no logro documentarlo estrictamente como un documental, son imaginarios que se van construyendo en estos viajes donde voy y veo lo que pasa y en un momento decido fotografiar no explícitamente la problemática. No fotografío el campo seco o el caballo sin agua; sino lo que pasa cuando las personas se quedan sin agua y lo que pasa conmigo, enfrentándome aç esta problemática. Mi familia fue muy afectada por la sequía, se les seca el campo, pierden trabajo. De repente, hay fotos de cuadros en el fotolibro porque me gusta mucho jugar con esa idea de que el agua solo está en esa pintura, de manera más onírica.
Esta problemática hídrica hace que yo vuelva a conectar con este territorio y mirar adentro y a mis amigos, mi familia, el entorno que habito. En un momento mi madre se vuelve cuidadora de mi abuela y ahí hay una relación, quizás indirecta, con el asunto de cuidar y lavar a alguien en un lugar donde no hay tanta agua.
Y con este objeto transportable, pequeño e íntimo que es el fotolibro ¿Qué te gustaría que resuene más con las personas que lo visualicen?
Creo que quizás lo que más me interesa es que la gente pueda observar la sinceridad de las imágenes y del proyecto. Estamos en un mundo tan lleno de fotos y de imágenes que a veces están en boga porque se puede sacar un rédito profesional, si bien creo que es válido el interés de los fotógrafos y las fotógrafas por abordar estos temas, muchas veces creo que actuamos como extractivistas visuales. Vamos a una parte, hacemos la foto, con eso se ganaron premios y después nadie se acuerda de los lugares.
Siento que quizá la honestidad con la que abordo el trabajo es lo que me gustaría que la gente pudiera ver. Si bien aborda una temática y una problemática de un lugar en específico, es una problemática a nivel mundial, entonces creo que sacarle la geolocalización al proyecto ayuda a que las imágenes tengan una lectura más universal.
Hay imágenes que podrían ser Perú, Venezuela, podría ser un montón de lugares latinoamericanos o también de otras partes del mundo. Son transversales, pienso que es bueno darle esa universalidad.